
El llanto es la expresión máxima de la pena, el aire entra entrecortadamente por la nariz, y sale en una larga espiración por la boca abierta y cuando el llanto aumenta se acompaña por sacudidas de los hombros.
En la pena el cuerpo está relajado y tiende a dejarse llevar por la gravedad.
El cuerpo se siente como pesado, doblado, la cabeza caída, la mirada dirigida hacia abajo, como perdida, con los ojos semicerrados sin un punto de fijación. El entrecejo esta fruncido con las cejas ligeramente elevadas en sus extremos internos.
Los movimientos son lentos, se camina con dificultad. La tendencia es tenderse, cubrirse la cara y no hacer nada.
La emoción básica de la tristeza permite la reflexión ya que cuando uno está triste, el cuerpo se siente pesado, dan ganas de quedarse sentado o acostado, los movimientos se hacen lentos. La posición del cuerpo indica que se quiere estar tranquilo, que necesitamos descansar y, al mismo tiempo, son momentos en los que necesitamos “irnos para adentro”, estar con nosotros mismos en un espacio íntimo.
Darnos espacios para vivir el duelo, retirarnos por un tiempo, vivir plenamente nuestro sentir.
Como dice Susana Bloch, creadora del método Alba Emoting “A lo mejor la pena y también en cierto modo el dolor físico nos aíslan para que podamos sanar. Pareciera que cuando uno mas aprende es cuando esta con pena, porque eso nos permite reflexionar”
Vivamos la tristeza, lloremos nuestras perdidas; cada ser querido fallecido y nuestras perdidas materiales, y que cada lágrima derramada cure nuestras heridas y nuestro cuerpo descansará y recobrará la energía y luego de cada persona fallecida, de cada cosa perdida florecerá un Chile con mas fuerza, energía, compasión y amor.